domingo, 23 de agosto de 2009

Hijos seguros de sí mismos



Artículo publicado en Revista Mamá Hogar -Ecuador
Ilustración: Gabriela Pascale -Buenos Aires

Un niño que crece feliz y con una elevada autoconfianza será, en el futuro, una persona emocionalmente fuerte, con la capacidad de enfrentar y superar las adversidades.

Todo parte desde el nacimiento. El sentimiento de seguridad en uno mismo tiene como antesala la confianza en el vínculo con el otro. Y este lazo primariamente se da con la madre, afianzándose en ese lenguaje corporal de los ritmos fisiológicos de sueño y de alimentación, que da lugar a la mirada, al contacto, a la sonrisa. Una mamá sensible a las necesidades del bebé, logrará en su hijo el predominio de estas experiencias placenteras sobre las sensaciones de displacer que con tanta agudeza muestran los recién nacidos. Aquí es donde surge ese sentimiento de saber que alguien está allí proporcionándole cosas buenas y que ese ‘otro’ confía en sus capacidades, originando así al nacimiento de la ‘confianza básica’.
Un bebé saludable, alimentado emocionalmente por su madre, confía en que puede explorar el mundo y, por ello, se aventura a desplegar sus habilidades motrices y sensoriales a gran velocidad. En esta etapa, la mamá deberá cumplir la función de una ‘base de operaciones’, desde la cual su hijo puede salir al mundo exterior y a la cual puede regresar, sabiendo con certeza que será bien recibido y alimentado física y emocionalmente. Este rol consistirá en mostrarse accesible cuando el niño necesite ayuda, aunque solo deberá intervenir cuando es evidentemente necesario, creando de esta forma una ‘mamá interna’, a la que podrá recurrir en su mente cuando la necesite, sin que ella esté presente.

Desde los 2 años
El sentimiento de confiar en sí mismo se seguirá fortaleciendo en la medida que el niño crece y se desarrolla su personalidad. A los 2 años, el chico comienza a demostrar una intención clara de imponer su voluntad, y si no existe un equilibrio entre lo que es capaz y puede hacer de acuerdo a su edad, y lo que no puede hacer (para lo cual se requieren de límites claros), es posible que el niño quede oprimido en su intento de libertad debido a una actitud muy restrictiva de los padres; o por el contrario, si se le permite todo, puede entender que puede hacer lo que quiere.
Cuando el niño entra a la escolaridad, la maestra y sus pares le darán una imagen con la que irá creando su identidad en el rol social, el cual progresivamente adquirirá mayor importancia en su vida. Esto hará que confíe y se sienta seguro socialmente o, por el contrario, desarrolle un carácter inhibido. Asimismo, con su desenvolvimiento físico, puesto a prueba en los deportes, el niño expresa, a través de sus movimientos, la confianza que tiene o no en su cuerpo.
A los 4 ó 5 años, los chicos están en pleno despliegue de su identidad sexual, por lo que comenzarán a jugarse rivalidades con el padre del mismo sexo y a tener deseos de exclusividad con el papá, ya sea niña, o con la madre, si es niño. Con el hijo varón, es importante que el padre canalice esta rivalidad con juegos de fuerza física, en los que a veces le permita ganar y otras, lo deje perder, para enseñarle tolerancia. Con las hijas, se dan más los sentimientos de rivalidad con su mamá, intentando ocupar su lugar desautorizándola. Los padres deben reconocer sus deseos de ser la ‘reina’, pero siempre dentro del marco en el que ella es la hija y los padres son los que toman las decisiones.
Todas estas áreas de cada etapa evolutiva intervienen en el proceso de identidad de un niño, en el que va fortaleciendo su personalidad y aprendiendo a confiar en sus habilidades y capacidades.

Algunos consejos
Si la mamá se siente insegura en su rol, debe darse tiempo y tener en claro que ninguna madre nace sabiendo y que su mismo bebé es la mejor guía para aprender. En la medida que la madre confíe en sí misma, podrá proporcionarle a su hijo un vínculo donde él aprenderá a confiar en su propia persona.
Incentivar y alentar más los logros que los fracasos.
Es común que los niños se rindan ante el primer fracaso. Es importante transmitirles un mensaje de que las cosas se consiguen con trabajo, esfuerzo y perseverancia. Esto le enseñará a confiar en lo que puede y es capaz de hacer.
Alentar la capacidad de reparar algún daño cometido; por ejemplo: Disculparse si dijo una grosería a alguien. Ello le enseñará que puede superar los errores.
Aprovechar todo tipo de experiencia para descubrir nuevas habilidades y desplegarlas; por ejemplo: en actividades deportivas o en un rol de teatro en la escuela.
Despejar toda expectativa o exigencia de los padres que, por haber sido frustrada en ellos muchas veces, la depositan en los hijos. Esto ayudará a verlos tal cual son: únicos e irrepetibles.
En el caso de un niño inseguro, alentarlo a expresar sus emociones, en un momento a solas, de intimidad. Ello le demostrará que puede confiar en sus padres.
No sucumbir frente a los miedos; por ejemplo: si un niño no quiere ir a los cumpleaños, no dejar de llevarlo. Revisar juntos el problema y darle ánimo.
Incentivar actividades en el área menos desarrollada del niño: social, corporal, cognitiva.

Lic. Paz Muzio

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