miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿Como ponerle limites a nuestros hijos?: Entrevista al Lic. Fernando Osorio

“A menudo los hijos se nos parecen…así nos dan la primera satisfacción.”J.M.Serrat


Luis Majul: Licenciado Fernando Osorio, Luis Majul te saluda, Buen Día!

Fernando Osorio: Buenos Días.

L. Majul. Ayer vi dos o tres definiciones tuyas, en esta nota que publica Clarín: “Cada vez más padres piden ayuda para ponerles límites a sus hijos” (Clarín / Sociedad /13/06/2004) y me parecieron muy fuertes. Sobre todo cuando vos decís: “…un chico internaliza la Ley, las normas desde muy pequeño. Se supone que en ese momento hay un adulto que lo ordena internamente…” Y cuando leo esto supongo que vos debes ser una persona que efectivamente cree que a los chicos hay que ponerles límites.

F. Osorio. Mirá, yo soy papá, tengo cuarenta años. En este momento estaba preparándome para llevar a mis hijas al colegio. Y pienso que, en general, la gente de mi generación estamos siempre en un debate respecto de cómo poner límites. Siempre en la duda de decir: ¡no!; ¡basta! O de mandar a los chicos a dormir, a bañarse. Hay una cantidad de normas y de conductas en las que mi generación, por pertenecer a una época en la que había una bajada de línea muy fuerte respecto de la educación de los chicos, entramos en una zona gris. Nos preguntamos hasta dónde el “no” no es autoritarismo , o no es represión como algunos cuestionan.

L.Majul.¿ El “no” es autoritarismo?

F.Osorio. En principio el “no” es algo que necesita un niño pequeño para poder comenzar a distinguir lo que esta bien de lo que está mal; distinguir lo que se puede de lo que no se puede. En realidad el “no” lo que genera en los chicos es la posibilidad de frenar impulsos y las ganas de hacer cualquier cosa. Poder hacer cualquier cosa a los chicos los enferma.

L.Majul. Claro, porque no tienen límites. O porque cuando le tienen que poner los límites de verdad después es peor para ellos. Y ese “tomà y te doy” que vos también señalas en el sentido de que nosotros para que nuestros hijos hagan cosas que cuando nosotros éramos chicos hacíamos naturalmente, le tiramos un regalo. Una especie de, voy a decir una palabra fuerte, a ver: soborno! Para que hagan lo que naturalmente deberían hacer.

F.Osorio. Uno de los padecimientos de esta época tienen que ver con la declinación de la función de los padres. En general es muy difícil para muchos papás decir que no, es difícil para los papás mandar a hacer determinadas cosas que tienen que ver con la formación de los chicos y con esta internalización que yo digo de cierta normativa. Y la negociación no construye a un sujeto. Lo que hace la negociación es construir una relación mercantilista. En dónde el niño siempre va a estar esperando que le des algo a cambio de su conducta.

L.Majul. Acá tengo dos papás ansiosos por preguntarte. Pero decime una cosa Fernando: ¿No debería haber en algunos casos negociaciones?

F.Osorio. Pero depende en qué cosas. Hay ciertas normas y ciertas reglas que tienen que ver con la estructuración de los niños como personas, como sujetos. Y es lo que va, en definitiva, a conformar dos estructuras muy importantes que tienen que ver con la conciencia moral y el sentimiento de culpabilidad…

L.Majul. Lo que pasa es que lo negociable y lo no negociable es… A ver, yo te voy a poner un ejemplo: yo, ayer, estaba almorzando con mi familia y mi hija me quería sacar el celular porque tardaba la comida y se aburría. Que te lo doy, que no te lo doy… Se fue al rincón. ¡Un drama! Entonces yo digo: Oh! bueno, pará… estamos almorzando… es uno de los pocos momentos… bueno nena, pará y tomà el celular. Ganaste. Seis años!

F.Osorio. Posiblemente…eso… seguramente no va a trascender más allá de eso. Ahora, si tu conducta en general para sacarte de encima el problema de esta nena es darle el celular o siempre “negociar”: bueno, ahora venì a la cama de mama y de papa; no te bañes, etc, etc. Con tal de no escucharla gritar, llorar y patear. Si permanentemente se está negociando es probable que ellos incorporen eso como modalidad de relación. Es decir cada vez que necesiten algo y cada vez que quieran algo apelaran a lo aprendido. Las niños son puro impulso. Hay en ellos una necesidad permanente de satisfacción inmediata.

L.Majul. Y ahora vienen más demandantes!

F.Osorio. Vienen más demandantes porque los estímulos que tienen son superiores. No porque no existieran en nuestra época de la infancia sino porque ahora hay un acceso a los medios que nosotros no teníamos.

Oscar Martínez: Buenos Días, Oscar te habla. Decime Fernando, por ejemplo si yo negocio, pero no en el sentido de la negociación sino en el sentido de explicarle por qué no… A mi, mi viejo me decía “no” y era palabra santa. Era una cosa bien autoritaria. Ahora si yo le explico, ¿eso también es negociar? Por ejemplo: vos no podés hacer tal o cual cosa por esto, esto y esto. ¿Cómo se entiende esto?

F.Osorio. Hay una cuestión muy importante. En algunos momentos uno debe explicarle a los hijos cual es la razón o el motivo por el cual uno pone un límite o dice que no. Lo que ocurre es que la estructura de los niños tiene que ver con una necesidad de satisfacción inmediata. Entonces muchas veces uno se la pasa explicando y uno siente que ya no tiene herramientas, argumentos. No sabe ya que decirles a los chicos. Entonces hay ciertas cuestiones, ciertos límites que hacen a la estructuración de ellos como niños, como personas, como sujetos. Con lo cual por más que uno explique hay una cierta arbitrariedad en la bajada de línea, que hace que un papá, no admite explicación. Hay momentos en los que de verdad un papá, y te lo digo no sólo como especialista sino como padre, en el que uno ya no tiene más nada que decir: “esto es no porque… no”. “No te metés en la cama de mamá y de papá porque no”. Uno puede explicar algunas cosas pero llega un momento que la negociación o la explicación se terminó porque uno en realidad está formando a los chicos.

L.Majul. Tengo un amigo que dice que una de las mejores cosas que puede hacer una pareja es mostrarles el lugar de pareja que tienen los papás. Es decir a tal hora o en determinado momento por esta puerta no entrás. Me parece que es preservar eso.

F.Osorio. Exactamente!

L.Majul. No es quitarle un brazo o mutilarlo…

F.Osorio. Mirá yo te puedo asegurar que por más que vos le expliques a un chico por qué no debe acostarse en la cama con la mama y el papá, va a ir de todos modos todas las noches a golpearte la puerta si ese límite no viene puesto desde la autoridad de un padre que dice que no a determinadas cosas. Eso es formativo.

Hernán Capielo: Fernando, buenos días, como te va? ¿En quienes buscan ayuda los padres? ¿Y si está bien que lo hagan?

F.Osorio. En general los padres tienen la primer información de que al niño le pasa algo cuando efectivamente los límites no funcionan. Son las primeras y pequeñas transgresiones que un niño comete en la escuela. Porque hasta que un chico no va a la escuela o comienza a socializarse todo queda en el seno familiar. En realidad la primera información que recibe un padre acerca de que un hijo comete una transgresiòn es de la escuela. Este es el primer contacto cuando la maestra te llama y te dice mire el nene no se puede quedar sentado, no presta atención, se porta mal. Es desde ese lugar y en general la mayoría de las consultas vienen a través de la escuela.

Adriana Bruno: Buenos días, Fernando. En conversaciones con madres de distintas edades, pero que todas más o menos tenemos hijos entre los dos y los diez años, la norma es que cada vez que leemos o escuchamos algo acerca de cómo se debe ejercer la función de mamá nos sentimos tremendamente fracasadas porque todos los manuales dicen aquello que no podemos hacer. ¿Es normal esto que nos pasa?

F.Osorio. Nosotros pertenecemos a una generación en la que siempre se le echó la culpa a los padres, de lo que le ocurre a los niños. Olvidándose que los niños también son sujetos con cierta independencia que en algún momento de su vida ya no solamente cometen transgresiones porque nos están contestando a nosotros. Hay determinadas conductas que tienen que ver con la formación que están teniendo en dónde lo social también influye sobre ellos. Los manuales no sirven para nada. Los consejos tienen sus límites. Por eso en realidad es bastante común echarle la culpa a los padres de la conducta de los niños.

L.Majul. Hay dos o tres temitas que me parece que son candentes. Uno es el que plantea la nota de Clarín. Otro: el momento de la permisividad comenzaba a discutirse entre los diez u once años ahora comienza a discutirse a los tres o cuatro (!?)

F.Osorio. El estímulo que reciben los chicos en mucho mayor. Fijate vos que los chicos van a bailar a partir de los diez u once años, a los boliches. En mi época no existía la matinée como ahora. Como mucho íbamos a los asaltos de séptimo grado. No teníamos tanta información sobre sexualidad o drogas, y no porque no estuviera. Otro dato es el alcohol que aparece consumiéndose más tempranamente. Antes los chicos tomaban cerveza a los diecisiete o dieciocho años. Ahora a los once o doce años.

L.Majul. Estaba hablando el otro día con un periodista de Clarín que tiene un hijo de diecisiete años y me decía: Ah! Vos todavía no empezaste con los problemas. Vas a tener que empezar a negociar a esa edad: el sexo si se hace o no y donde, dentro o fuera de la casa; el alcohol, las drogas, etc. etc. ¿En qué lugar se para uno? Porque yo ya estoy empezando a temblar.

F.Osorio. Sí, sí empezá a temblar porque en realidad antes era en una adolescencia bastante avanzada y ahora es en la pubertad en dónde comienzan a aparecer todas estas cuestiones. Porque los chicos te preguntan y hablan a partir de la información que tienen.

L.Majul. Todavía tengo una hija chica no quiero ni pensar, un hijo de once años que no quiero ni pensar… y con respecto a la droga y al alcohol habrá que decirles los efectos que les produce…

F.Osorio. Ocurre que respecto a la droga hay un dato social que se mezcla con lo individual y que tiene que ver con que no todos los adolescentes que se encuentran con la droga la consumen. Este es un dato prejuicioso y moralista.

L.Majul. Sí pero hoy hay más acceso a la droga y al alcohol que cuando nosotros teníamos edad de consumirla…

F.Osorio. Sí, pero también hay una campaña social de suponer a todos los adolescentes drogadictos y alcohólicos…

L.Majul. Y esto no es así…F.Osorio. Esto no es así, de ninguna manera. Porque no depende solamente del entorno social, si bien influye mucho. Puede haber muchos adolescentes que prueben, que fumen marihuana alguna vez, pero eso no los hace adictos.

L.Majul. ¿Te puedo hacer una pregunta personal? Les gritaste alguna vez a tus hijas o les pegaste un “chirlo”, como se dice habitualmente.

F.Osorio. Y, sí. Alguna vez, sí! Yo tengo una nena de cinco años y otra de diez. Alguna vez han ligado un chirlo…

L.Majul. ¿Chirlo va?

F.Osorio. No, yo no creo que haya que pegarle a los chicos. Pero realmente a veces uno no sabe ya qué hacer. A veces uno da un chirlo o grita. A veces se grita de más y eso no es un límite. Lo que yo me doy cuenta en mis hijas es que muchas veces me contestan: -Bueno, papá no era para tanto! Me parece que en ese punto, en esa respuesta que ellas me dan, se está entendiendo de qué se trata el límite. Entonces no es autoritarismo, no es fajarlas, no es decirles un “no” arbitrario y absoluto y nada más. No obstante los padres son responsables de poner límites.

L.Majul. Muchas gracias, y gracias por ayudarnos a pensar un poco en estos temas. Ah! Y llevá a tus hijas al colegio… si no te van a dar un chirlo…

F.Osorio. Muchas gracias por este contacto, hasta pronto.

L.Majul. Hasta pronto y nuevamente muchas gracias!


Texto extraido del material del Curso Los limites en la primera infancia, Educared

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